Un labio, la lengua, y baja desde mi corazón veme abriendo en dos, deja tu rastro, camino de fuego, marcado sobre mi cuerpo y mientras la navaja se desliza con el filo cambiando de tonos, tu, saborea me con la vista y desnuda me de mi piel.
Que a gritos se queme todo, que a silencio, todo caiga y de los restos y cenizas solo dos brazas destellen al vuelo bailando sobre el páramo desolado.
El ritmo aumenta, la respiración cambia, se resbala de las piernas y escurre de la boca y en ese hedor a sexo todo cambia de panorama.
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