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domingo, 7 de febrero de 2010

El Testimonio(este escrito lo hice en 2do de sec, disfruten)

El testimonio

Capítulo 1 Mi reflexión

Para empezar quiero que se sepa que he sido inculpado, pues yo soy una persona sana aparte de eso ¿qué motivos tendría? Saben yo siempre fui bueno desde chico, yo nunca estuve en una pandilla o fui alguien reprimido por la sociedad un emo o un punk, nunca me falto nada. Fui de familia de clase media alta, siempre tuve amigos, de los buenos.

Yo no pude ser el culpable, por favor, los únicos asesinos seriales son los traumados de la infancia.

Recuerdo mis 3 pasatiempos favoritos de la infancia: la natación, la cacería y por sobre todo, mi violín, sus notas me hacían sentir mejor de mí mismo cuando estaba triste.

En realidad, mi vida fue tan perfecta como era posible. Me gradué y tuve un gran trabajo de gerente en una revista famosa de Nueva York, me dedicaba a ayudar a la gente en sus respectivos trabajos e inspeccionar que sus secciones estuvieran bien.

Pero ahora estoy aquí, en la penitenciaria, que bueno que no tengo familia me daría pena que creyeran que fue mi culpa.

“hay dos tipos de enojo, uno es cuando uno explota con regularidad y tan solo le grita al cajero o al compañero de la empresa, el otro es cuando el cajero un día se vuelve loco y mata a todo el que se le cruce ……pero yo no me enojo tan solo exploto”

Capítulo 2 El otro ser al que llamo “yo”

¡No pueden…No, no pueden! O si, ¡NO! No pueden. Esas voces recorrían mi cabeza cada noche. Como la sangre resbala de la barbilla cuando uno se corta al rasurarse con la navaja…sangre, agua, jabón.

Mancha, pureza, transición era lo único que recorría mi cuerpo, lo único que sentía. Ni siquiera las lágrimas se sentían tan duras como esto. Lo que recorría mi ser eran 9 muertes las únicas que me ataban, las demás fueron sombras sin rostro y sin importancia.

¡NO! Me están inculpando eran los gritos que se oían en mi celda. Sabía que él presentía que cuando me liberaran, iría a chuparle la vida cual vampiro, no tendría opción, él pagaría… y no sería el primero.

La cabeza me dolía de tanto golpearla contra las rejas. Todos mis compañeros de celda pidieron que los cambiaran y en el patio lo único que hacia eran pesas. Más que agredirme me temían, tanto guardias como presos jajaja.

Pronto saldría, pronto lo encontrarían y podría ser libre, en el patio nadie se me acercaba, pero el ejercicio era la compañía que tenía en mi temporal estancia.

Capítulo 3 Mi ejecución

No recuerdo bien el juicio pero el veredicto parecía cicatriz: culpable. Creo que cada latido de mi corazón parecía una silaba de aquella palabra mientras el tiempo se acababa y luego se volvían ecos en mi cabeza.

Uno no necesita calendarios o relojes para predecir qué día es. Uno despierta con un silencio de ultratumba y siente el olor a muerte en la cara. Pero mi cuerpo, lo aceptó sintiendo que por fin entraría en paz y así mis voces internas descansaron, fue como encontrar mi paz interior.

Cuando me avisaron que la hora había llegado me prepararon y me colocaron una bolsa negra, tapándome la cabeza. Mientras recorría los pasillos al patio de la horca. Oía los gritos de mis compañeros: “asesino”, “loco”, “héroe”. Las palabras no me afectaron pero me hicieron recordar.

Recordar el fuego, la sangre, el gusto por la muerte y el olor de la satisfacción de haber hecho una buena caza, la imagen de mis trofeos recorría mi mente mientras los ataba a sus respectivos marcos. Lucían un poco polvosos ahora en mi mente, pero sus caras estarían conmigo por siempre.

Chillaba como cerdo que va al matadero y eran insoportables mis gritos, pero la ejecución no se detendría. Gritaba sin comprender sobre cómo no habían podido hallar al culpable mientras me señalaban como si supieran a ciencia cierta sobre mis crímenes. Peldaño a peldaño perdía la conciencia hasta que me desmallé.

Mi risa sólo era superada por su miedo y cuando el verdugo dijo: “¿un último deseo?”

Pedí que mi cuerpo no fuera quemado y que fuera enterrado en una lápida sin nombre, como recuerdo de que un demonio pisó la tierra en 1999 y, aunque algunos se negaron, se me cumplió.

La soga, cual víbora, apretó mi cuello y antes de oír su crujir vi todas las escenas de mi vida pasar, mientras una única lágrima de cristal salía de mi ojo seguido del sonido y luego un gran silencio que se apoderaba del mundo mientras con un último aliento dije: “Si muero aquí viviré para siempre porque he muerto en batalla”

Capítulo Final

Algunos días después saqué mi brazo de la tierra y arrastrándome me sacudí, busqué algo de ropa y ahora vuelvo a cazar almas, las poseo, las convierto y las quiebro; así que si ves una lapida sin nombre por favor quita las flores, yo no he muerto, como lo dije “viviré para siempre”………mientras viva en batalla y haya almas corruptas.

“EL MAL NO DESAPARECE O APARECE, NOSOTROS LO CREAMOS, COMPARTIMOS Y PASAMOS A OTROS, LA LOCURA ES SÓLO UNO DE LOS MUCHOS QUE CONOCEMOS”

PLMX

Basado en el diario del poseído n.9