"Había una vez, hace no mucho tiempo, un gran bosque que junto con un largo rió daba hogar y sustento a una peculiar manada de lobos. Estos como criaturas salvajes que eran cazaban día a día su alimento y buscaban noche tras noche donde resguardarse del frió, pero felices y libres vivían sin preocupación alguna que lo que demandara la necesidad inmediata.
Y era este bosque tan inmenso que sus puntas lograban colindar con los terrenos de siembra cuyos dueños eran honestos y trabajadores granjeros los cuales como buenos personajes del oficio tenían a su cuidado una serie de animales de ganado y del hogar.
Y paso que, un día como cualquier otro, a uno de los perros de esta granja se le ocurrió huir a explorar el bosque. Toda su infancia había admirado con gran duda e incluso aveces temor aquel sombrío territorio que dividía el hogar de lo salvaje. Pero ahora en su adolescencia había podido llegar al valor necesario para aventurarse.
El perro al empezar a recorrer lo desconocido empezó de esta misma manera a experimentar con una libertad y belleza nunca antes conocida, logro comprender lo que era el no tener ataduras o cercas, en el éxtasis de su libertad comenzó a correr sin rumbo. Y sin aviso alguno paro en seco al toparse cara a cara con el gran rió que dividía el hermoso bosque.
Mientras tanto no muy lejos de ahí a uno de los lobatos ideas parecidas empezaban a cruzar su mente, al sentirse perturbado con tantas confabulaciones decidió disipar su mente con un baño frió en el rió.
Ninguno de los dos esperaba ver su reflejo fuera del agua menos cuando era tan vivido, pues aunque inexacto el parecido seguía siendo impresionante para ambos animales, que se toparon en las esquinas de la rivera.
Nervioso el perro empezó el dialogo
-¿Quien eres?
Aulló, sin recibir respuesta
El lobo clavo fijamente su mirada en aquella criatura, y desconfiado empezó a recordar. Su manada ya llevaba algunas décadas habitando aquel bosque y en ese largo tiempo habían aprendido de los alrededores del mismo, por ello el lobo sabia que criatura se encontraba en frente de el y sabia de la misma manera que no era necesario temer.
Empezó a acercarse a el perro, debido a su altura el perro se congelo de temor y alzo la vista para lograr ver sus ojos.
